Construimos mapas sociales de un territorio cognitivo siempre cambiante.
a) Antecedentes de un Análisis Situacional.
Sin duda que poseer la información –sobre un tema específico-, disponible en internet y poder acceder a ella desde cualquier lugar, constituyó un avance notable en la historia de las comunicaciones humanas. No obstante, la simple presentación de la información en un sitio web, aunque en su momento fue un salto cualitativo, ya no es más que una etapa en la historia de los media. Necesaria, de muchas maneras existente, en ciertos aspectos imprescindible, pero ya superada. La propia dinámica cibernética que encuentra como uno de sus elementos fundamentales la retroalimentación, facilitó el que de la “lectura” del sitio, que caracterizó el primer período de internet, se pasara a un estado de “leer y escribir”, que identifica al segundo: en la web social o web 2.0, lo esencial es el contenido, lo que cada uno entrega y deja de sí, al sitio que visita. Si en el primer momento de desarrollo, se podía recibir, ahora se puede dar. Probablemente, el lugar central que tienen en esta perspectiva sincrónica y de generación de contenidos, las grandes ideas fuerza de la “transparencia”, “los derechos”, la “confianza”, la “ética”, pueden encontrar allí una fuente generativa importante.
Antes de encontrarnos en una situación en la cual los usuarios pueden interactuar en tiempo real, generando conocimiento, hubo sin embargo que lograr desarrollos que permitieran la base técnica que lo hiciera posible. Para pasar desde la simple presentación de información, a una situación en la cual los programas de computación puedan intercambiarla entre sí, combinarla con otros recursos de información y procesarlos de una manera significativa, se requiere la capacidad de establecer acuerdos sobre una amplia cantidad de temas y condiciones relacionados con el contexto dentro del cual la información es creada, transmitida y utilizada. Éste es precisamente el sujeto de la interoperabilidad semántica. Considera establecer por ejemplo, compromisos y protocolos sobre maneras de descubrir, representar y dotar de contexto a la información. Esto permitirá compartir y procesar información a herramientas automatizadas, aún cuando hubieran sido diseñadas de manera independiente. Parte de su objetivo consiste no sólo en permitir el vínculo entre recursos de información, sino también lograr que la información sea automáticamente comprensible y consecuentemente, reutilizable en nuevos contextos, por aplicaciones que no estaban contempladas en su creación.
No obstante, lo anterior refiere esencialmente a las condiciones de intercambio (o búsqueda) de información y contenidos, de acuerdo a las características propias de los sistemas, es decir a las relaciones “máquina-máquina”. Por cierto, antes y después, así como en cada momento del proceso, encontramos la presencia humana, pero esta “interoperabilidad semántica”, remite esencialmente a una comprensión del “significado” que no encuentra –aún-, al ser humano en el centro “semántico” del proceso y sus condiciones, pese a que las definiciones de su contexto que lo implican, constituya el momento decisivo de su irrupción.
La paulatina consideración de esta perspectiva, que en tanto “operativa”, bien podríamos llamar “natural”-, ha llevado a que estos desarrollos impacten en una dimensión más propiamente cibernética y que aumente la conciencia de la necesidad de incorporar a los seres humanos como partes no solo activas, sino esenciales del proceso. Particularmente interesante resulta en esta perspectiva de convergencia, la irrupción del cloud computing, como corolario cibernético a la web social y el nivel de institucionalización que las estrategias colaborativas adquieren en el contexto de la triple hélice (convergencia de gobierno, academia y empresa). Esta situación, cuyas consecuencias políticas no pueden soslayarse, constituye tal vez, la demostración irrefutable de haber entrado de pleno pie en la Sociedad del Conocimiento, que habrá de acogernos en los años a venir. Una sociedad, orientada hacia el desarrollo, centrada en las personas y dónde éstas colaboran entre sí (según la definición de la UNESCO). Este contexto, no obstante, requiere de un acendrado intercambio entre las personas que, de distintas maneras están interactuando en este nuevo espacio cuyas características son las de ser permanentemente recreado en sus alcances y dimensiones.
De alguna manera, el estado inicial de los “observatorios” corresponde en sus líneas generales al proceso inicial aquí delineado. Si el sistema comprometido permitirá el acceso a la información que allí se disponga por las diferentes instituciones encargadas, la interfaz de Habilitación Informacional que proponemos, se inscribe decididamente en el espíritu de dotar a las personas de los niveles de autonomía y enseñanza que les permitan definir criterios de búsqueda, saber cómo acceder a ella, sintetizarla y transmitirla, que requiere el nuevo paradigma de la Sociedad del Conocimiento.
Dicho de otra manera, este componente, desarrollado sobre la base de las herramientas colaborativas de la web social, se viene a agregar sobre la plataforma tecnológica para completar el trabajo de manera integral y proyectiva, articulando las dimensiones organizacionales e institucionales, sobre la base de la persona. Por cierto, la presentación de estas herramientas que pueden asimilarse al aprendizaje del alfabeto (de manera significativa, en inglés, este proceso se denomina Digital Literacy, es decir “alfabetización digital”), no pretenden en el corto período de trabajo contemplado, permitir que los usuarios lean todos los libros de la biblioteca… dependerá de cada quien, la incorporación efectiva de estas herramientas a sus hábitos de trabajo colectivo en beneficio de la sociedad en su conjunto.
b) Los diez pasos de un Diseño de Interoperabilidad Dialógica (DID)
1. Establecer un correo para los equipos (que será borrado después que el proyecto termine, a no ser que se establezca lo contrario previo acuerdo).
2. El correo es un sitio virtual que permite la identificación del proyecto, en una interfaz neutra y el manejo de archivos e información pertinente que se va adosando al sitio en la medida de las necesidades de los propios usuarios. Selección del material.
3. De lo anterior se desprende el allí que el primer paso es establecer cuál es el nivel de la organización en esta dimensión y cuál es su nivel de compromiso a ir más allá. Para ello, se establece el sitio.
4. Se establece el correo y se generan tres grupos Google. Uno para los miembros del equipo a nivel central. Uno para uno de los observatorios y otro para el otro. Se obtiene el listado de personas en cada una de las organizaciones y se les envía la información relevante.
5. Se realiza una evaluación que permita identificar el nivel de la organización, de acuerdo a una escala de Likert compuesta: cinco categorías (de abierto a cerrado), doblada por “percepciones de contacto” que se cruzan en una matriz.
6. De acuerdo a ese resultado, se instalan las “nubes” (aplicaciones específicas disponibles y sobre las cuales de utilizarse debe versar la habilitación Informacional) que sean necesarias. Se sugiere también hacer un blog informativo, pero debe ser comprometido de acuerdo a condiciones de llenado autónomo por las personas.
7. Discusión con el equipo central al principio y luego una cada mes. Acuerdos y discusiones se publican y se transmiten.
8. Se determina si es necesario incorporar a una persona que se encargue del apoyo y el tiempo que sería necesario a partir del segundo mes.
9. Se realiza un café experto con invitación a personas del área de trabajo y diálogos y conclusiones se publican y transmiten.
10. Se incorpora en la dinámica de los grupos a las personas de las 4 instituciones “madre”, entre el segundo y el tercer mes. Fundamentalmente para instalar el sistema en una perspectiva de continuidad y profundización.